Jaunty Jaun, as I was shortly before that made aware, nexthalted to fetch a breath, the first cothurminous leg of his night-stride being pulled through, and to loosen (let God’s son now belooking down on the poor preambler!) both of his bruisedbrogues that were plainly made a good bit before his hosen were,at the weir by Lazar’s Walk (for far and wide, as large as he waslively, was he noted for his humane treatment of any kind ofabused footgear), a matter of maybe nine score or so barrelhoursdistance off as truly he merited to do.
Cambio de capítulo, este es III.11, La Segunda Vela de Shaun. No es el momento de mirar atrás todavía. Como en las películas en que el personaje cae por un precipicio y se agarra a una rama, hay que decir: “no mires!” “no mires atrás, no mires abajo.” Da vértigo. Mejor no mirar. Quedamos en que hubo una caída, que la marcan las palabras de cien letras. La caída bíblica del hombre, la caída de San Agustín, la de Humpty Dumpty, la del tabernero borracho. Y en este libro segundo toca levantarse. Con una diferencia, no se levanta el hombre, sino su hijo, Shaun.
Ahora se llama Juan, y parece que acaba de pararse para tomar aliento, una vez dado el primer paso en la noche, y aflojarse el pantalón, ya sin los zapatos gastados.
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