Nota enviada a prensa 11/04/07
La Universidad de Sevilla acoge unas jornadas sobre al obra de James Joyce
La Universidad de Sevilla inaugura hoy los XVIII Encuentros la Asociación Española James Joyce en los que prestigiosos especialistas van analizar y difundir las últimas investigaciones sobre la obra joyceana.
En las jornadas se darán cita profesores pertenecientes a universidades españolas que se dedican al estudio de la vida y obra del escritor irlandés entre los que destaca el catedrático de la Universidad de Sevilla Francisco García Tortosa, Margarita Estévez Saá (La Coruña), María del Carmen Rodríguez (Oviedo), Jesús Isaías Gómez (Mälaga) y María Losada (Huelva).
Con este evento, organizado por el grupo de Investigación de la Hispalense “James Joyce: antecedentes, evolución narrativa y sus repercusiones” y el departamento de la facultad de Filología Inglesa Literatura inglesa u norteamericana, los investigadores pretenden intercambiar y poner en común las investigaciones más recientes sobre la obra de James Joyce, atendiendo al impacto sociocultural que este autor suscita, informó la institución académica.
La actividad académica de estos encuentros que se celebra en el Paraninfo y el Pabellón de Uruguay, está estructurada en conferencias plenarias, mesas redondas, ponencias y comunicaciones, todo ello en relación a la obra literaria de James Joyce.
Además, se han programado una serie de actividades paralelas, la mayoría de ellas relacionadas con la vida y obra del autor, como proyecciones de un ciclo de cine de adaptaciones fílmicas de la obra joyceana acompañadas de charlas impartidas por destacados especialistas, y el espectáculo musical “Songs from Joyce’s Chamber Music”, a cargo de Las siete y cuarto.
La Asociación Española James Joyce se fundó en 1990 por el catedrático de la Universidad de Sevilla Francisco García Tortosa.
Diario de Sevilla (11/04/07, p.53)
Braulio Medel
Cuentan que, aunque James Joyce sustituyó en los avatares de su biografía Dublín por otros escenarios como Trieste y Zúrich, en su portentosa bibliografía, en la que cinceló los monumentos literarios del Ulises o el Finnegans Wake, nunca dejó del todo su ciudad natal. Alimentaría sus páginas la transcripción a tinta de la vieja Irlanda, o quizá su descomposición, porque como los grandes, Joyce se crecía en los contrastes, en los desdoblamientos: fagocitar los orígenes en busca de la universalidad, centrar una novela en un único día para hacerse eterno, convertirse en un clásico blandiendo la insolencia como un arma certera.
Quién iba a decirle a este autor con añoranza por sus raíces que, desde principios de los 90, su espectro iba a desplazarse por la geografía ibérica, o que iba a ser invocado en puntos tan diferentes como Alicante, Salamanca, Santiago o Las Palmas. Tanta agitación se debe, eso sería un motivo: los encuentros de la Asociación Española James Joyce, que celebran esta semana, en Sevilla y hasta el próximo sábado, su decimoctava edición. Dieciocho años, una entrada en la mayoría de edad que viene a constatar lo que muchos ya barruntaban: Joyce, la personalidad y la pluma, la vida y la obra, conforman un filón inagotable.
El encuentro arrancaba ayer—aunque hoy será su inauguración oficial—bajo el signo de la interrogación. La primera intervención, a cargo de Margarita Estévez, de la Universidad de Compostela, retaba a los más de 150 alumnos inscritos y la treintena de ponentes con una pregunta contundente: ¿Por qué leer a Joyce en el siglo XXI?. “La respuesta es sencilla, porque es alguien profundamente imitado, que tienen mucho que decir en un momento, además, en que la novela tradicional ya no tiene sencillo”, opina Rafael García León. José María Tejedor, profesor de la Universidad de Sevilla y uno de los organizadores de estos encuentros tira de recuerdos personales para aclararse este enigma. “unos años atrás, buscaba en un escritor esas frases lapidarias que resumían el mundo en cuatro palabras. Luego te das cuenta de que una frase no resume el mundo, que quien lo refleja es alguien multivalente como Joyce”, expone el estudioso.
En los pasillos algunos especialistas entablan un forcejeo dialéctico: dos profesores discuten si Dublineses utiliza la técnica del stream of consciousness o la del monólogo interior. Este entusiasmo de los eruditos, que precede a la reflexión que va a hacer la profesora María del Carmen Rodríguez sobre la adaptación de este texto filmada por John Huston, contrasta con la indolencia que se respira entre un sector del alumnado, que confiesa asistir a la cita por los “créditos de libre configuración”. Ante estos estudiantes, María Carmen Rodríguez, de la Universidad de Oviedo identifica las dos virtudes de sus paisanos a las que Joyce quiso rendir tributo en Dublineses: la hospitalidad el amor por als artes musicales. En este último apartado se engloban “la audición de poemas”, la importancia que tienen los coreos o las conversaciones en torno a la ópera”. Así se entiende que el irlandés escribiera auténticas polifonías, ejercicios de estilo cuya cadencia logra todavía hipnotizar al lector.
Durante estos días, volverán a ponerse de manifiesto las aptitudes de Joyce para suscitar el debate. Olga Fernández Vicente disertará sobre la parálisis social en Irlanda y el País Vasco del siglo XIX; Ana León pronunciará una conferencia con el controvertido título de Joyce el ario: la esvástica en Finnegans Wake, o Paula Rábade ahondará las claves de la Presencia de la música tradicional irlandesa en la obra de Seamus Heaney, en el afán de esto es encuentros de explorar los meandros de la cultura irlandesa. Será García León quien protagonice uno de los momentos más esperados: continuará la verdadera historia de James Joyce que inició el pasado año, una revisión en clave cómica donde desmontará al mito. Y es que, según García León, “hay gente que se toma al autor demasiado en serio, no saben ver que sus dos últimas obras son divertidísimas”.