- En el corazón de la metrópolis Hibérnica. Ante la columna de Nelson los tranvías aflojaban, maniobraban, cambiaban de trole, salían para Blackrock, Kingstown y Dalkey.
- Bajo los soportales de la oficina general de correo loslimpiabotas llamaban y lustraban. Aparcado en la calle North Prince los furgones de correos bermellón de Su Majestad portando en los costados las iniciales reales, S. M.
- Carreteros de botas enormes sacaban rodando barriles retumbantes de los almacenes Prince y los colocaban con un chocazo en el carro de la cervecera.
- Mr Bloom se giró y vio al botones de librea subirse la gorra rotulada al entrar como una figura majestuosa por entre los tablones de noticias del Weekly Freeman y del National Press y del Freeman´s Journal y el National Press. Botellas de Guinness retumbantes.
- Murray el Rojo dijeron que su eminencia había llamado dos veces esa mañana.
- Esta mañana los restos del que fuera Mr Peter Dignam. Las máquinas le hacen añicos si le echan el guante.
- Querido Sr. Director, ¿cuál es la mejor cura para la flatulencia? Me gustaría ese papel. Se aprende mucho enseñando a otros. Ecos de sociedad C.T.F (M.A.P). Casi todas fotograbados: bañistas bien proporcionadas en playa dorada, el globo más grande del mundo, doble boda de hermanas se celebró.
- Las máquinas golpeteaban al compás de tres por cuatro. Porrazo, porrazo, porrazo. Y si se quedara ahí paralizado y nadie supieracómo pararlos seguirían golpeteando una y otra vez lo mismo, imprimiéndolo una y otra vez y de arriba abajo y delante y detrás. Saldría todo emborronado. Hace falta una cabeza bien puesta.
- Si quiere cobrar,el cajero se va a almorzar ahora mismo, dijo, señalando hacia atrás con su pulgar.
- Ruido infernal el que hacen. Quizá entienda lo que yo. El director se volvió para escuchar pacientemente y subiendo un codo, empezó a rascar el sobaco de su chaqueta de alpaca.
- Usted mismo, concejal, exactamente lo que quiere. Luego por arriba en espaciado: la casa ya ves. ¿Comprende usted? ¿Cree usted que es buena idea? El administrador bajó la mano rascadora a las costillas inferiores y rascó allí tranquilamente.
- Podría haber dicho yo cuando se encasquetó la chistera. Gracias. Tenía que haber dicho yo algo sobre un sombrero viejo o algo. Podía haber dicho. Parece nuevo ahora. Verle la jeta entonces.
- Hizo un alto en el camino para observar a un cajista distribuyendo meticulosamente los tipos. Lo lee al revés primero. Rápidamente lo hace. Debe requerir cierta práctica eso. Pobre mamá con su libro de la Haggada, leyéndome al revés con el dedo.
- Mr Bloom salió del ruido golpeteo por la galería al descansillo. Y me voy a ir en tranvía hasta allí para que luego él no esté quizá. Mejor que le telefonee primero. ¿el número? Sí. El mismo que el de la casa de Citron. Veintiocho. Veintiocho cuatro tres.
- Sacó el pañuelo para llevárselo a la nariz. ¿Cidrolimón? Ah, el jabón que puse ahí. Lo perderé en ese bolsillo.
- ¿Qué perfume usa tu mujer? Podría irme a casa aún: trnvía: algo que olvidé. Dólo a ver: antes de: vistiéndose. No. Aquí. No.
- El pomo de la puerta le pegó a Mr Bloom en el codo al abrirse hacia dentro de un empujón. Mr Bloom se echó resueltamente a un lado.
- El tipo más agudo entre los jóvenes abogados solía ser. Decadencia pobre hombre. Esos arreboles febriles indican el fin de un hombre. Está que se va. Qué está pasando me pregunto. Preocupaciones económicas.
- Miles Crawford empezó en el Independent. Curioso cómo giran con el viento esos periodistas en cuanto huelen una vacante. Veletas. Siempre cambiando de chaqueta. No sabría a quién creer.
- Sí, aquí, el Afternoon Telegraph, telefoneaba Mr. Bloom desde el despacho interior. ¿está el patrón? Sí, Telegraph…¿A dónde? ¡ya! ¿qué salón de subastas?..¡ya! entiendo. Bien. Lo atraparé.
- Sobreviene un choque. El timbre ronroneó de nuevo al colgar. Entró apresuradamente y se chocó con Lenehan que se levantaba trabajasomanete con la segunda hoja.
- Ambos sonrieron por encima de las cortinillas a la fila de gaceteros que hacían el tonto tras la estela de Mr. Bloom, el último zigzagueando, blanca en la brisa cometa quimérica, una cola de blancos lazos
- Ofreció un cigarrillo al profesor y cogió otro para él. Lenehan puntualmente les encendió una cerilla y prendió sus cigarrillos por turno. J.J O’ Molloy abrió su pitillera de nuevo y la ofreció.
- Myles Crawford lanzó su primera bocanada violentamente hacia el techo.
- ¡Silencio para mi flamante acertijo! Imperium romanum, J.J. O’ Molloy dijo delicadamente. Suena más noble que británico o de Brixton. La palabra le recuerda a uno de algún modo la manteca en el fuego.
- Lenehan les dijo a todos: ¡Silencio! ¿ qué teatro se parece a un árbol florido? Reflexionan, ponderen, excogiten, respondan.
- Buenos días, señor, contestó Stephen sonrojándose. La carta no es mía Mr. Garret Deasy me pidió que.. -ah le conozco, dijo miles Crawford, y conocí a su mujer también. La más jodida vieja pendona que jamás haya hecho dios.
- ¿Es viudo? Preguntó Stephen. – Sí pero al acecho, dijo Myles Crawford, el ojo recorriendo la página mecanografiada. Los caballos del emperador.
- -¡El griego! Dijo otra vez. ¡Kyrios!¡palabra rutilante! Vocales que el semita y el sajón no conocen. Kirie! Resplandor del intelecto. Yo debería dedicarme al griego, la lengua de la mente. ¡Kirie eleisón!
- -¿Ópera? La cara de esfinge de Mr. O’ MaddenBurke redobló. Lenehan anunció alegremente: -La rosa de Castilla. ¿ven el truco? Rosa de cas tilla. ¡Diantre!
- Si Bloom estuviera aquí, dijo el profesor. El noble arte de la publicidad. – Y Madame Bloom, añadió Mr. O ‘ MaddenBurke. La estrella vocalista.
- Ésa era una pluma. ¿Sabe cómo consiguió su tanto? Se lo diré. Fue el mejor trabajo de periodismo que se ha visto jamás. Fue en el ocheintaiuno, el seis de mayo, en tiempos de los invencibles, el asesinato en el parque Phoenix, antes de que usted naciera, supongo.
- T es la residencia virreinal. C es donde se cometió el asesinato. K es la puerta de Knockmaroom.
- ¡La historia! Exclamó Myles Crawford. La Vieja, ese periódico de Prince Street, llegó la primera. Hubo llanto y rechinar de dientes por ello. De un anuncio. GregorHouse había hecho el diseño. Eso le ayudó a subir.
- NO OS PREOCUPÉIS DEL MAÑANA…J.J. O ‘ Molloy, sonriendo pálidamente, recogió el guante.- mi querido Myles, dijo, echando el cigarrillo a un lado, usted ha interpretado mal mis palabras.
- Boca, soca. ¿ es la boca soca? O la soca una boca? Algo debe haber. Soca, ñoca, toca, bloca. Rima: dos hombres vestidos iguales, que parece iguales, de dos en dos.
- Creo que una de las alocuciones más brillantes que haya escuchado jamás en mi vida salió de los labios de Seymour Bushe. Fue en aquel caso de fratricidio, el caso del asesinato de Brothers. Bushe lo defendió.
- A menudo he pensado desde entonces al mirar atrás hacia aquel extraño episodio que fue aquella pequeña acción, trivial en sí misma, aquel encender de una cerilla, lo que determinó todo el curso posterior de nuestras dos vidas.
- 39. Stephen, cortejada su sangre por la gracia del lenguaje y el resto, se sonrojó. Cogió un cigarrillo de la pitillera. J.J. O ‘ Molloy ofreció la pitillera a Myles Crawford. Lenehan les encendió los cigarrillos como anteriormente y cogió su trofeo, diciendo:- gracibus muchibus.
- Sus oyentes mantuvieron los cigarrillos suspendidos para escuchar, los humos ascendiendo en frágiles tallos que florecían con el discurso. Y deja que nuestros humos sinuosos. Nobles palabras vienen ahora. Alerta. ¿Podrías intentarlo tú ahora?
- Me deja sin aliento. ¿ no es por casualidad un cumplido a la irlandesa? Preguntó Mr. O‘Maddenbruke. Es la hora, a mi parecer, cuando la jarra de vino, hablando metafóricamente, más se agradece en la vetusta hostelería.
- Se rebuscó en el bolsillo sacando hojas mecanografiadas aplastadas. – Fiebre aftosa. Ya sé. Estará bien. Lo insertaremos. ¿Dónde están? Está bien.
- MI AMADO Y PUERCO DUBÍN. Dublineses. – dos vestales dublinesas, dijo Stephen, mayores y piadoras, han vivido cincuenta y cincuentaitrés años en Fumbally Lane.
- Adquieren veinticuatro ciruelas maduras a una chica al pie de la columna de Nelson para quitarse la sed de la carne en gelatina. Le dan dos monedas de tres peniques al caballero del torniquete y empiezan a nanear lentamente escalera de caracol arriba, rezongando, animándose la una a la otra.
- Tan sólo este anuncio, dijo Mr. Bloom, abriéndose camino a empujones hasta los escalones, sofocando, y sacando el recorte del bolsillo. He hablado con mr. Ya ves hace un momento. Renovará por dos meses, dice. Después ya verá.
- T.P.C (K.M.A.) ¿quiere decirle que se vaya a tomar por el agujero del culo? Dijo Myles Crawford extendiendo el brazo para mayor énfasis. Dígaselo clanto sin rodeo.
- Les da tortícolis, dijo Stephen, y están demasiado cansadas para mirar hacia arriba o abajo o para hablar. Ponen la bolsa de ciruelas entre las dos y comen las ciruelas del paquete, una tras otra, limpiándose con los pañuelos el jugo de la ciruela que les gotea de la boca.
- Me recuerda a Antístenes, dijo el profesor, un discípulo de Gorgias, el sofista. Se dice de él que nadie sabía si estaba más amargado con los demás que consigo mismo. Era hijo de un noble y de una esclava.
- Titúlelo, espere, dijo el profesor, abriendo completamente los largos labios para reflexionar. Llámelo, veamos. Llámelo: deus nobis haec otia fecit. –no, dijo Stephen. Yo lo llamo Visión Palestina desde el Psigá o La parábola de los melocotones.
- HORACIO ES EL BLANCO DE TODAS LAS MIRADAS DE ESTEVPLÁCIDO DÍA DE MAYO. J.J.O ‘Molloy lanzó una cansada mirada de soslayo a la estatua y se mantuvo en silencio.
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